Con frecuencia, los escritores noveles encuentran ciertas dificultades a la hora de conseguir buenos diálogos, y no solo eso, sino también a la hora de establecer su contenido o de elegir el mejor momento para colocarlos en el relato.
No hay reglas fijas para conseguir buenos diálogos, pero sí hay ideas que pueden ayudar en esa tarea, así que…
Aquí van
5 ideas para conseguir buenos diálogos:
- En el lugar adecuado. Por lo general, los diálogos aportan intensidad al relato, por lo que es apropiado que se concentren en las inmediaciones de los clímax narrativos y antes de que estos culminen. Esto no quiere decir que no deba haber diálogos fuera de esos momentos tan concretos, pero desde luego se recomienda que se den en menor cantidad fuera de ellos y de todos aquellos pasajes en los que no se pretenda elevar la tensión narrativa.
- La frecuencia adecuada. Hay novelas en las que apenas hay diálogos directos y otras en las que apenas si hay otra cosa que no sean diálogos. En literatura todo tiene su público, no hay duda, pero si se busca una cantidad razonable de público, en cuestión de diálogos, hay que ofrecer al lector una frecuencia razonable. El ritmo y la intensidad de cada historia, así como el género al que pertenezca, marcarán fuertemente esta variable, pero sobre todo será su peso relativo en la historia el que marque la frecuencia adecuada. Por ejemplo, en una novela que busca principalmente la acción, deberán ser más frecuentes (mucho más), que en otra de carácter más intimista en la que el objetivo principal es la transmisión de ideas, pensamientos, sentimientos o sensaciones.
- La extensión adecuada
. Salvo casos excepcionales y que tengan una buena justificación, los diálogos, como cualquier otro elemento de un relato, no deben invocar al aburrimiento del lector. Conseguiremos mayor tensión narrativa en la historia, cuanto más breves sean los diálogos. Por ejemplo, el intercambio de frases cortas entre dos o más personajes puede contribuir a un ritmo casi vertiginoso. Los elementos que más pueden ayudar a determinar qué extensión debe tener un diálogo en cada caso, son principalmente: el género de la obra, el estilo del autor, el ritmo pretendido y el número de personajes involucrados en la historia.
- El vocabulario adecuado. Un buen diálogo mostrará el vocabulario adecuado a cada personaje, a cada escena, a cada contexto. En un buen diálogo no encontraremos expresiones o términos característicos repetidos en dos o más personajes, salvo que haya un buen motivo para ello. Como tampoco encontraremos las muletillas y las pausas típicas del lenguaje hablado.
- Acotaciones que enriquezcan. Las acotaciones cumplen una tarea crucial en los diálogos, incluso cuando su función sea estar ausente. Una buena acotación (bien escrita), debe aprovecharse para transmitir (solo cuando sea necesario) información de los personajes al lector y no para repetir incansablemente la fórmula «dijo A» o «repuso B«. En una buena acotación no deberíamos encontrar explicaciones sobre lo que el lector debería haber entendido del diálogo al que acompañan, ya que, si este está bien hecho, no necesita explicación.
Por lo general, para comprobar si hemos conseguido un buen diálogo, deberemos preguntarnos en primer lugar si la información que contiene (tanto la directa como la indirecta), tiene en el diálogo su mejor forma de expresión. Y, en segundo lugar, si, al pasarlo por el filtro de los cinco puntos expuestos aquí, podemos seguir llamándolo diálogo.
5 ideas para conseguir buenos diálogos
© Víctor J. Sanz
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