«El mercader de ámbar rojo»

(fragmento)

Pregúntale de dónde es, no me gusta su aspecto, parece un infiel…, vamos, pregúntale…”, el posadero no las tenía todas consigo, pero ante las palabras de su mujer y las miradas de algunos que otros clientes asustadizos, el posadero no tuvo más remedio que acercase nuevamente al forastero. Lo hizo tembloroso, dudando de cada paso, intentando que su trasero y su barriga mantuvieran en todo momento la misma dirección que el resto del cuerpo. El forastero levantó por un segundo la cabeza del plato en el que andaba perdido, arqueó una ceja y se entregó de nuevo a su empeño de acabar con  un hambre de varios días. El posadero dio un respingo y volvió sobre sus pasos. Fue a quedar agazapado tras el mostrador, asomando apenas las cejas. Su mujer le dedicó una de aquellas miradas que ajusticiaban de natural y con gran resolución y paso firme se dirigió a la mesa del forastero, resuelta a averiguar algo más de aquel extraño de piel curtida que minutos antes había entrado pidiendo algo caliente de comer.
Antes de que la posadera diera comienzo al interrogatorio, el extranjero inició la defensa:
—Es una sopa excelente, —sorbió una cucharada más y añadió— soberbia.
La oronda mujer, desarmada, se limitó a dejar paso a una tímida sonrisa de agradecimiento que le nació
súbitamente; con las cejas en contorsión, su expresión quedó extraña, tanto como para hacerla parecer ridícula. Sólo pudo decir:
—Gracias…, comería usted un poco de… —Y aquel extraño hombre le ayudó a completar su ofrecimiento.
—Sí, buena idea, un poco de queso me iría bien.
El mercader de ámbar rojo – Víctor J. Sanz

El relato «El mercader de ámbar rojo» está incluido en la colección de relatos que lleva por título: «Desde la Torre«, de próxima publicación