El éxito de la comunicación depende del lenguaje claro.
El acto de la comunicación requiere de la participación de dos partes: el emisor y el receptor. Dicho así no parece gran cosa, lo sé. Pero es sumamente importante comprender esto. Una sencilla operación matemática me ayudará a explicarlo. La comunicación exige un 100 % de esfuerzo. Ese 100 % es la suma de los esfuerzos del emisor y del receptor. De uno por explicarse de forma clara, transparente y responsable, y del otro por entender de forma inequívoca el mensaje.
De todo ello es fácil concluir que todo esfuerzo que escatime el emisor de la comunicación tendrá que aportarlo el receptor. Dicho de otro modo, si el redactor de la comunicación no se esfuerza por hacerse entender, tendrá que ser el lector quien ponga todo de su parte para que se dé el acto de la comunicación.
Eres lo que comunicas. Utiliza lenguaje claro, transparente y responsable. Clic para tuitear
Pero ¿cómo puede el redactor hacerse entender de forma inequívoca? Solo hay una forma: utilizando lenguaje claro, transparente y responsable.
Aunque redactar utilizando lenguaje claro, transparente y responsable puede parecer un concepto abstracto, nada más lejos de la realidad. Veamos un ejemplo de comunicación en la que no se utilizó un lenguaje claro. Se trata de un texto… mejorable:
- La inminente reactivación de las operaciones económico-financieras en la zona común, según las noticias que nos llegan desde las instituciones europeas, así como la reafirmación de nuestro convencimiento que la ramificación de nuestras oficinas por Europa es nuestra mejor carta de identidad nos anima a darle traslado de algunos interesantes detalles de nuestros próximos pasos hacia el futuro, en el cual esperamos contar con su acompañamiento.
A continuación, veremos cómo podríamos haber dicho lo mismo, pero de una forma mucho más clara:
- Nuestra empresa cuenta con oficinas por toda Europa. Por tanto, la inminente recuperación económica de la zona nos anima a iniciar nuevos proyectos. Le informamos de algunos de sus detalles más importantes, y esperamos contar con su apoyo.
El primer texto utiliza 66 palabras (¡en una sola frase!) para formar expresiones vagas, imprecisas, difusas…, en fin, vacías e inútiles.
Mientras que el texto claro utiliza solo 38 (en tres frases) para explicar mucho más claramente las mismas ideas que pretendía explicar el otro texto.
Antes de enviar un mensaje a alguien, léelo como si lo recibieras tú, ponte en su lugar y exígele a tu texto que sea claro, transparente y responsable. Clic para tuitear
El texto mejorable provoca inquietud, desasosiego, frustración…; piensa en la sensación que te produce solo leerlo y tenla presente siempre que redactes un texto para enviárselo a otros. Quienes vayan a leer o a escuchar lo que escribas podrían sentirse así. ¿Qué crees que pensarían de ti si los haces sentir así?
Estoy seguro de que no escribirás de forma tan vaga, imprecisa y liosa como el primer ejemplo. Aun así, si crees que puedo ayudarte a mejorar tus comunicaciones, contacta conmigo y veamos cómo puedo ayudarte. Pondré a tu disposición todo lo que sé sobre lenguaje claro.
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