Hoy vamos a hablar de los errores invisibles para el escritor.
Se suele decir que un escritor es el peor corrector posible de su propia obra. Y no es una afirmación gratuita, ni siquiera cuando se utiliza con fines comerciales por quienes prestamos servicios de corrección. Más allá de todo lo que unos u otros podamos decir está lo que de cierto tenga.
Reflexionando (o no tanto) sobre esta afirmación se han alcanzado distintos argumentos, incluso alguno en contra de ella, como el simplón y sorprendentemente tan repetido: «es que yo utilizo el corrector de Word y no ha encontrado ningún error». De esto deducen algunos escritores, por desgracia muchos, que su escritura es infalible y, por lo tanto, está preparada para el éxito de ventas más grande de que se vaya a tener noticia.
Lamento comunicar a dichos escritores que Word no es ni tan infalible ni tan amigo del escritor. Y no lo es porque, entre otras cosas, «recomienda» cometer errores de bulto, como separar los diálogos de la raya que los introduce, pero solo cuando los diálogos comienzan con un signo de interrogación o exclamación. O, sin abandonar las acotaciones, cuando te recuerda que debes iniciar la acotación con mayúscula cuando venga después de un diálogo que finalice en interrogación o exclamación, independientemente de si la acotación va introducida por un verbo de habla, pensamiento o asimilable.
Pero incluso si contáramos con un corrector automático que detectara todos los fallos ortográficos y gramaticales, aun así, seguiríamos sujetos a la comisión de otro tipo de errores no detectables por medios no humanos, como son los de estilo o los de carácter literario.
La mayor parte de las veces, estos errores resultan invisibles para el autor del texto.
Un autor no tiene nada fácil detectar cuándo una frase no transmite de forma sencilla y clara aquello que para él es perfectamente nítido en su pensamiento. Con independencia de los aspectos relacionados con la sonoridad y la musicalidad del lenguaje y de los efectos que pueda causar en su creador, los textos literarios no son una construcción que se entrega al lector llave en mano, sino que acaso lleguen a ser los planos de la construcción que con la intervención del lector, ese arquitecto, el escritor tiene esperanza de edificar.
Qué decir entonces de las fallas (no necesariamente fallos) de carácter literario, es decir, aquellas grietas en esa edificación que afectan a los apartados estructural y funcional. Estos errores, reales o potenciales, comportan el riesgo máximo para la obra y el autor, que es la pérdida de atención e interés del lector, y además son
absolutamente indetectables para el autor.
Toda obra que quiera ser así llamada debería contar la supervisión dedicada y delicada de un profesional que adopte como suyos a los personajes, y como suya a la trama, y como suyo el fin último al que el autor consagró no poco tiempo ni menos esfuerzo y que ahora, por una creencia sin más fundamento que el amor propio y un exceso de confianza, puede verse tirado por tierra.
Tal vez sea ese y no otro el destino de todos aquellos que realmente no quieren ser escritores y les basta con parecerlo, aun a sabiendas de que no engañarán a todos durante todo el tiempo.
Si quieres que busquemos juntos esos fallos que podría tener tu novela, escríbeme utilizando este formulario y hablemos.
Los errores invisibles
© Víctor J. Sanz
¡Hola!
He estado escribiendo una novela, por la cual, la verdad es que no sabia si hacerlo publico o no por miedo al plagio. Ya que en otras ocasiones, cuando aun no me dedicaba a escribir mi «libro», escribía pequeñas historias para el publico y la mayoría de las veces fui victima de que ese escrito estuviera en las manos de mas de una pagina o persona. Me gustaría saber que errores ortográficos podría estar cometiendo para poder dejarlos de lado y corregirlos, y por supuesto, adaptarlos a mi vida para no volver a cometerlos.
Ahora, mi gran enigma es… ¿Necesito ingresar mi escrito por derechos de autor ANTES de que un editor me ayude o despues?
Hola, Margott:
Gracias por participar.
Mi consejo es que una vez que tengas terminado tu manuscrito lo registres en el registro del propiedad intelectual que te corresponda.
A partir de ahí ya puedes enviarlo a correctores, editores o lectores.
Saludos.
Que tal.
En efecto, el pensar que el Word es nuestro mejor aliado para la corrección de una obra es un error. Sólo es un procesador de textos. Es indispensable contratar los servicios de corrección por parte de un profesional, y se darán cuenta de errores gramaticales, de estilo y ortográficos que nosotros ni el mismísimo Word detectaron.
Por esa razón, en mis obras más extensas encontrarán agradecimientos al corrector.
Un saludo.
Hola, Daniel:
Así es, el corrector de Word solo es una herramienta, pero no puede ser en ningún caso la única que utilicemos para corregir un texto.
Gracias por participar y por esos reconocimientos al corrector.
Saludos,
Hola, excelente tema. Casualmente he estado escribiendo una novela, y me preguntaba si al momento de enviar la obra ya terminada a una editorial, los errores cometidos, ¿son corregidos por ellos? por ejemplo: errores como el mencionado en el artículo (de carácter literario) ¿podría ser motivo para que rechacen el escrito?.
Muchas gracias.
Hola, Zahira:
Gracias por participar.
Me temo que no es una cosa tan sencilla como corregirlo y ya está. Se trata de establecer un diálogo con el autor, que es quien debe hacer los cambios necesarios en función de los comentarios del revisor. Y desde luego sería extraordinariamente raro que la editorial se ocupara de algo así.
Saludos.
Hola, Víctor:
Como «escritora corregida» estoy de acuerdo con todo lo que manifiestas en tu artículo, y añado más ventajas: cuando el libro es corregido por un profesional, en mi caso fuiste tú, el escritor está aprendiendo a conocer sus fallos que generalmente son vicios adquiridos de muy diversa índole, y que en sus correcciones pasa mil veces por ellos sin detectarlos. Cuando esos errores son puestos de manifiesto por el corrector profesional, el escritor aprende.
Hola, Pilar:
Muchas gracias por participar y por hacerlo con esas palabras, me siento reconocido y, desde luego, muy agradecido.
Un abrazo
Víctor: Nuevamente muy acertados tus comentarios. No solo demuestran tu conocimiento sobre el tema, sino afirmar que tu cordialidad hace placentero leerte.
Coincido plenamente con lo que dices. El autor siempre termina leyendo lo que pensó y no lo que dejó escrito. Su mente se sobrepone a la realidad de las palabras y a sus vicios sintácticos sin que Word los detecte. Su ayuda es limitada. Con respecto a este tipo de corrector, no es otra cosa que un frío repaso por palabras que nunca pueden denunciar las intenciones emocionales de las frases. Algo parecido me sucede con el sintetizador de voces que suelo usar para evaluar una primera lectura de mis escritos. Uso la voz de «Jorge» solo para saber si cometí un error tipográfico o repeticiones de la misma palabra. Acepto que ningún sistema electrónico existente en el mercado, puede suplantar al humano corrector de estilo.
Te dejo mis saludos cordiales.
Hola, Eduardo Jorge:
Muchas gracias por participar en este espacio enriqueciéndolo.
Una práctica interesante la del sintetizador de voz.
Saludos cordiales.