Los finales en la ficción >>
Los finales son, después de los principios, la parte más importante de un relato. Si es evidente que un relato debe tener un buen comienzo que enganche al lector y le incite a seguir leyendo, no es menos evidente que todo relato debe tener un final que enganche al lector, que le haga seguir pensando en la historia que acaba de leer y, sobre todo, que le incite a seguir leyendo más relatos del mismo autor.
Un buen final es aquel que, de alguna manera, por sutil que sea, está contenido, advertido o sugerido en el propio desarrollo del relato. Por lo que se podría decir que un buen final debe cerrar un círculo que empieza en algún punto del relato, incluso cuando se trate de un relato breve.
Los finales no pueden ser tan sorprendentes que puedan ser interpretados por el lector como un engaño. No pueden hacer sentir al lector como si acabara de llegar a una fiesta a la que no ha sido previamente invitado. Los finales inadvertidos tienen el mismo efecto sobre el lector que invitarle a una fiesta como si fuera de disfraces cuando es de etiqueta. Lo más probable es que el lector no vuelva a abrir la correspondencia del mismo remitente.
Entre las muchas cosas que un lector busca en un relato, nunca falta cierto grado de sorpresa. Es evidente la dificultad que entraña la misión de sorprender a alguien que quiere ser sorprendido y que, precisamente por eso, estará prevenido y alerta ante toda posible sorpresa. De ahí que los finales deben ser sinceros con el lector y darle lo que está esperando, el truco consiste en dárselo de una forma que no espera.
Deja tu comentario