Escribir para venderSoy consciente de que lo que sigue puede no gustar a muchos, pero creo que debo escribir al respecto de esa corriente actual, verdadero vendaval diría yo, de gente que, literalmente, escribe como sea y lo que sea para vender, con tal de vender, y lo hace literalmente, no confundir, por favor, con «literariamente», son términos distintos y muy distantes en este ejemplo.

Y no solo existe gente que escribe lo que sea (o les escriben lo que sea) con tal de vender. Ya hemos visto que el título más vendido es el firmado por esa gran literata conocida como Belén Esteban, que incluso ha conseguido que gente a la que nos importa un pimiento lo que haga, terminemos aunque no queramos, hablando de ella. No solo existe este tipo de gente que hace lo que sea para vender, existe una verdadera legión de personas que piensan que en su interior se esconde un maestro de la literatura al que solo le falta un poco de pulimento y frotar y frotar hasta que salga el genio que llevan dentro. Y frotan y frotan, y no dejan de frotar. Y cuando están en ello, incluso cuando han tirado la toalla, aparece alguien, o se cruzan con alguien, o les asalta alguien en las redes sociales con la bandera de la venta, coreado con cánticos que prometen ventas, escribe lo que sea, que ya lo venderemos. Vende, vende, vende,  escribe y vende parecen decir. Venderás tu libro, prometen.

Vivimos una época en la que proliferan pretendidos genios de la escritura que han sido convencidos de que lo son por gentes que les han metido en la cabeza la idea de que todo lo que se escribe se puede vender, de que todo vale en la escritura si es para vender. 

Creo que fue el gran Jardiel Poncela quien dijo que «cada español tiene al menos una comedia escrita y guardada en el cajón de su mesilla», pero ¿de verdad que hay tanta gente que cree que esa comedia (valga obra o novela en este contexto) es de primera?, ¿que es publicable?, incluso ¿que es vendible?

Desde luego, cada uno es libre de creer lo que quiera y de dejarse engañar como prefiera, pero aunque fuera cierto que se todo se puede vender, yo me pregunto: ¿para eso se escribe hoy en día?, ¿para vender?, ¿como sea?, ¿a costa de lo que sea? Por supuesto que está bien ingresar algún dinero por el trabajo de crear, no lo pongo en duda, pero si el objetivo primero (por no decir único) es vender el resultado del trabajo, éste estará supeditado a condiciones de partida que limitarán, y no poco, su posible calidad.

No falta quien dice y defiende sin rubor: «la cuestión es vender, aunque la obra no contenga nada de literatura». Flaco favor hace esta gente al asunto de la escritura, al asunto de la literatura, al asunto, en fin, del arte.

¿Se vende el arte? Sí, sin duda. ¿Deja de ser arte porque se venda? En absoluto. Pero mucho más allá de la estadística y de la lógica, parece más que evidente que no todas las comedias que «los españoles guardan en sus mesillas» son obras maestras, ni todo lo que se escribe es vendible, ni todo lo que se vende es interesante o útil (no hablemos ya de literatura).

En todo esto, lo peor es que no hay pudor ninguno en mezclar literatura que nació con el objetivo y la aspiración de convertirse (o mantenerse) en arte con escritura que nació con el objetivo de la venta.