El lector protector >>
En el último post hablé de una técnica narrativa que tendría por objetivo causar en el lector/espectador la sensación de dependencia de un personaje para posteriormente suprimirlo de la historia de forma, digamos, violenta; lo que generaría en el lector/espectador una sed de venganza que lo mantendría pegado al libro o a la TV en el caso de las series hasta ver cumplida y satisfecha tal venganza. Llamé a esta técnica «El lector huérfano«.
Hoy quiero hablar de otra técnica similar cuya finalidad sería la de despertar en el lector/espectador un sentimiento maternal, un instinto de protección para con, especialmente, el protagonista principal.
Ejemplos muy conocidos de una utilización exitosa de esta técnica es (no podía faltar) Breaking Bad; o The following, serie a la que ya dediqué una despedida recientemente y en la que el protagonista se convierte en el protegido virtual del espectador debido a su dolencia cardiaca; o la deliciosa Monk, donde las manías que sufre el protagonista nos hace sentir debilidad por él.
Pero la finalidad de esta técnica del lector protector no es únicamente la de despertar ese instinto de protección en el destinatario de la historia, sino que también resulta de gran utilidad para dar al personaje protagonista sólidos argumentos que justifiquen casi cualquier cosa que se le ocurra decir o hacer o, mejor dicho, casi cualquier cosa que el guión de la historia pudiera necesitar poner en manos o boca del personaje protagonista.
Hay otro aspecto importante y que no quiero dejar de apuntar. Comprobad que la enfermedad o debilidad que aqueja al protagonista tiene una dimensión, una entidad y una trascendencia del mismo calibre que aquello a lo que servirá de justificación. De otro modo se rompería ese delicado equilibrio que necesita toda historia para circule entre lo interesante y lo aburrido.
© Víctor J. Sanz
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