El lector huérfano >>

***ATENCIÓN PUEDE CONTENER SPOILERS***

El lector huérfanoUna de las técincas que más éxito está cosechando para los guionistas de series de televisión -o los escritores de las obras adaptadas- es la que yo llamo del lector huérfano; que viene a consistir en mostrar al espectador una figura protagonista muy carismática (o eso se pretende) para, después de algunos episodios, matarla o hacerla desaparecer con visos de definitivamente.

Aparentemente suena a traición para con el espectador, como enseñar un caramelo a un niño para finalmente comérselo uno mismo. Pero nada más lejos de eso. La primera sensación que se busca crear en el espectador es la de la dependencia. Para ello se crea y se agita delante del espectador un personaje de quien no queda más remedio que quedarse enganchado, por sus dotes, su bondad, su templanza, en fin, por sus virtudes; y cuando te parece que no se va a morir nunca, ¡zas!, te lo matan. El efecto que se busca es el de dejar pegado al espectador como una lapa a la televisión hasta que ve satisfecha una suerte de venganza que le reclama su sentido común.

Creo que es una técnica que, bien aplicada, puede ser muy efectiva. De hecho hay algunas series donde esto es fácilmente comprobable, Breaking Bad o, más especialmente Juego de Tronos. En esta última la generación de esa sensación de venganza en el espectador es ciertamente recurrente, sin llegar a causar el efecto contrario al deseado.

En cine también se ha intentado aunque no con el mismo éxito, quizás debido al formato más reducido. En la película «La fría luz del día» la técnica no dio resultado, dejando al espectador preguntándose ¡WTF!, entre otras cosas porque del personaje no se vuelve a saber casi nada y de una hipotética venganza mucho menos. Quizás fue esto lo que le vale una triste puntuación de 4,9 en IMDB.

Si estás escribiendo una historia que no termina de cuajar, intenta crear un personaje carismático del que luego prives a tus lectores, si lo haces bien, leerán página tras página esperando que te vengues por ellos de su asesino.

 © Víctor J. Sanz