¿Cuántas fuentes de frustración para escritores crees que existen? Atención, destripe: son casi infinitas, pero también te adelanto que hay una forma de enfrentarse a ellas que se ha demostrado práctica y efectiva en la mayoría de los casos.
AVISO IMPORTANTE: Si eres de los que se sienten atraídos por anuncios como: «Escriba un libro en treinta días», sigue leyendo bajo tu responsabilidad, porque este artículo no está pensado para ti.
El oficio de escritor ya es, de por sí, una fuente inagotable de frustraciones. Por supuesto, también puede serlo de triunfos y reconocimientos, pero de darse, suelen llegar más tarde y, probablemente, en un momento en el que la persona interesada ya se ha cansado de esperar.
Pero no, no es para desesperar, pues en esto consiste la escritura. Quien sienta interés en escribir debe aprender esto antes casi que ninguna otra cosa: la escritura es caos y nada debe esperarse de ella. Lo que llegue, bienvenido será, sin duda, pero fomentar esperanzas sobre la única base de una creencia que uno mismo alimenta prácticamente sin más materia prima que sus deseos y la peligrosísima autoindulgencia no parece una buena idea.
Todos los escritores somos autoindulgentes, nos perdonamos cosas que a otros autores no les dejaríamos pasar. Si planeamos una trama floja o no cohesionada o con altibajos, puede que pensemos «bueno, no está tan mal, cuando lo escriba mejorará». Y cuando no pasamos ni ese filtro, puede que nos digamos a nosotros mismos algo como «si fulanito publica esas novelas, que no se las cree nadie y no gustan a nadie, ¿cómo no va a gustar esta novela que estoy planeando?». Pues no, amigos, resulta que ese fulanito escribe bastante bien y gusta a mucha gente. Y, sí, amigos, sí, puede que la novela que estamos planeando merezca otros calificativos que una mente abierta y objetiva pueda dedicarle.

Fuentes de frustración para escritores
Las fuentes de frustración para escritores están por todas partes
Las fuentes de frustración para escritores están por todas partes, y eso es precisamente lo que nos da la clave para restarles importancia, para no concederles poder sobre nosotros, sobre nuestro estado de ánimo.
Hay que ignorarlas y convivir con ellas, hala, ya lo he dicho. Parece fácil decirlo —y no puedo decir lo contrario—, lo difícil de verdad es escucharlo y, más aún, ponerlo en práctica. ¿Cómo ignoramos un peligro? ¿Es posible ignorar un camión que nos va a arrollar de un momento a otro? Pues sí, es posible. Es posible porque ese camión es imaginario. La frustración existe, no hay duda, y sus fuentes son reales y, para colmo, ubicuas, pero yo me pregunto, ¿hay algo más resiliente que la voluntad de un escritor, que espera paciente, a veces durante años hasta que el destino que tanto esperaba se cruza, por fin, en su camino? ¿Cómo no va a poder superar ese instinto de escribir a toda costa cualquier amenaza de frustración por enorme que parezca?

Fuentes de frustración para escritores
Las fuentes de frustración para escritores están por todas partes
Detente, levanta la cabeza, mira de frente al camión que va a atropellarte. Verás enseguida que no hay camión, que nadie te va a arrollar. Tan solo eres una persona que quiere escribir y que va a conseguir escribir porque nada la va a parar.
No puedes permitirte ceder y dejar paso a una debilidad, a una vulnerabilidad, que solo es imaginaria.
Un escritor se enfrenta a innumerables fuentes de frustración. Pero analicemos las más frecuentes:
- Un texto no sale como esperabas.
- Pues claro, de hecho, es más fácil encontrarse a un unicornio comprando en Mercadona que conseguir a la primera el texto que uno esperaba. ¿No confiarías en que tu expectativa era la más acertada o la más precisa? Aferrarse a esa idea es como aferrarse a las partes de hierro del barco que acaba de naufragar, es un billete al fondo del mar.
- Una editorial ha rechazado tu manuscrito, sí, ese que te ha tomado años de sueño, esfuerzos y sinsabores.
- Es la situación más normal, la más probable. Incluso a los autores cuyos nombres pudieras enumerar ahora mismo los rechazaron una y mil veces en sus inicios. Y a más de uno también en sus finales. Creo que uno no debería escribir con el objetivo y, menos aún, la expectativa de que la primera editorial a la que se dirija le ofrezca el contrato de su vida. Cada uno es libre de engañarse a sí mismo, está claro, pero nunca se obtiene nada bueno de semejante práctica. Conozco a autores que realmente merecen la pena y que, sin embargo, han superado ya el centenar de rechazos. Y ahí están vivitos y escribiendo.
Además, que un editor no te haya descubierto todavía puede obedecer a que no se han dado las circunstancias necesarias para que formes parte de ese pequeño porcentaje de autores a los que los editores dan una oportunidad. En los tiempos en los que vivimos, además de escribir bien y de escribir comercial, el autor debe ser alguien en las RR. SS., tener miles de seguidores y, como quien dice, llevarle los lectores, los clientes a la editorial.
Te preguntarás qué pone, entonces, de su parte la editorial en la publicación de tu novela si además de escribirla tienes que llevarle tú mismo los clientes. Para todo hay una respuesta, y también para toda respuesta hay un artículo, y este artículo no es el lugar para dar esa respuesta. Puede que lo haga en un próximo artículo.
- Es la situación más normal, la más probable. Incluso a los autores cuyos nombres pudieras enumerar ahora mismo los rechazaron una y mil veces en sus inicios. Y a más de uno también en sus finales. Creo que uno no debería escribir con el objetivo y, menos aún, la expectativa de que la primera editorial a la que se dirija le ofrezca el contrato de su vida. Cada uno es libre de engañarse a sí mismo, está claro, pero nunca se obtiene nada bueno de semejante práctica. Conozco a autores que realmente merecen la pena y que, sin embargo, han superado ya el centenar de rechazos. Y ahí están vivitos y escribiendo.
- Recibes tu primera (o tu enésima) crítica negativa.
- ¿Y qué? Puede que te convencieras a ti mismo de que cada día que escribías lo hacías para conseguir una crítica positiva. Las críticas, del signo que sean, son juicios que emiten personas que no conocen todo lo que has hecho para conseguir poner punto final a tu proyecto. Son personas que no conocen como tú la historia que has escrito. No conocen todos los vericuetos mentales por los que te has visto obligado a pasar mientras escribías. Es decir, parece razonable que uno debe relativizar las opiniones ajenas.
Puede que lo tomes como una especie de filosofía oriental, pero lo mejor que puedes hacer es tomar las críticas, en especial las negativas, como una oportunidad para aprender. Y mira que no digo aprender a hacerlo mejor, como se suele decir, porque a veces lo que se aprende es a hacer oídos sordos ante críticas que no tienen base o que solo se fijan en un aspecto de la historia que ni siquiera tiene por qué ser el más importante. ¿Nunca has visto una valoración de una sola estrella en un libro en Amazon porque el envío llegó tarde o con algún desperfecto?
Pues también hay críticas que se pretenden literarias y con autoridad y solo se trata de opiniones sobre aspectos secundarios. Hoy en día cualquiera se cree con autoridad para emitir un juicio técnico sobre el empleo de tal o cual recurso literario. Debemos enfrentarnos a situaciones así. Pero, oye, si la crítica lleva razón, cuánto mejor para ti, que podrás mejorar en algo tu desempeño como escritor.
- ¿Y qué? Puede que te convencieras a ti mismo de que cada día que escribías lo hacías para conseguir una crítica positiva. Las críticas, del signo que sean, son juicios que emiten personas que no conocen todo lo que has hecho para conseguir poner punto final a tu proyecto. Son personas que no conocen como tú la historia que has escrito. No conocen todos los vericuetos mentales por los que te has visto obligado a pasar mientras escribías. Es decir, parece razonable que uno debe relativizar las opiniones ajenas.
- Estás cansado de concursar y concursar y nunca has ganado nada.
- Esta fuente de frustración es muy interesante. Ves que hay relatos que no parecen tener mucho valor literario y, sin embargo, ganan concursos por aquí y por allá. Te desanimas, normal… Pero eso se debe a que no tienes en cuenta la increíble cantidad de factores que influyen en la elección de un jurado en un certamen literario y en la propia organización del concurso. No me detendré en que los jurados son personas y cada una tiene su propio juicio sobre las obras presentadas. Esos son elementos subjetivos ante los que nada se puede hacer más que asumirlos.
Hay concursos que convocan entidades ajenas al mundo editorial, que cuentan con jurados ajenos al mundo editorial y, por ir a uno más amplio, al mundo de la cultura.
Hay otros en los que el convocante es una editorial o una asociación cultural o alguien, en fin, relacionado con el mundo de la cultura y de las letras.
Hay jurados que han leído mucho, pero mucho mucho, y no es fácil sorprenderlos con un buen relato.
Hay concursos que buscan ganadores que, gracias a su fama, les hagan crecer como certamen literario.
Se cuenta el caso de un escritor famoso al que llamaron por teléfono para decirle que había ganado un concurso (no uno pequeño, pero tampoco de los más grandes). El escritor, sorprendido, dijo que no se había presentado. Después de una extraña negociación en que se supo que el autor andaba trabajando en una nueva novela, el que le había concedido el premio vio su ocasión. El autor presentaría esa obra. Se disculpó diciendo que antes debía terminar de escribirla y el otorgante le preguntó cuánto tiempo tardaría.
No parece una historia cierta, desde luego, pero quizás esté parcialmente basada en hechos reales que el teléfono roto ha ido adornando con el paso del tiempo. En cualquier caso, si no has conseguido una buena cuota de fama antes, no esperes que eso te pase a ti. Y quien dice fama dice proyección y penetración en las redes sociales; algo que pirra a muchas editoriales, por mencionar solo a algunos de los que se vuelven locos con eso.
- Esta fuente de frustración es muy interesante. Ves que hay relatos que no parecen tener mucho valor literario y, sin embargo, ganan concursos por aquí y por allá. Te desanimas, normal… Pero eso se debe a que no tienes en cuenta la increíble cantidad de factores que influyen en la elección de un jurado en un certamen literario y en la propia organización del concurso. No me detendré en que los jurados son personas y cada una tiene su propio juicio sobre las obras presentadas. Esos son elementos subjetivos ante los que nada se puede hacer más que asumirlos.
- Has publicado, por fin, la novela en la que has trabajado tanto, pero no llegan las ventas, ni tan siquiera llegan las críticas.
- Esto también es normal. Por eso lo ideal es no trabajar cada día en una novela pensando en lo que vendrá. Lo que vendrá una vez que salga de tus manos ya no dependerá de ti. No, al menos, en gran medida.
Claro que podrás promocionar la novela y pagar publicidad o hasta reseñas, pero es el público el que tiene que dar el último paso: la acción de comprar tu novela. Eso no depende tanto de ti como te gustaría, así que no te sientas defraudado si las ventas no llegan. Tú ya hiciste tu trabajo y es momento de ponerte con el siguiente trabajo, que las novelas no se escriben solas.
- Esto también es normal. Por eso lo ideal es no trabajar cada día en una novela pensando en lo que vendrá. Lo que vendrá una vez que salga de tus manos ya no dependerá de ti. No, al menos, en gran medida.

Se acabó dar poder a las fuentes de frustración para escritores
Supera las fuentes de frustración para escritores y... ¡escribe!
Podríamos seguir enumerando fuentes de frustración para escritores, pero creo que ya te haces una idea de lo que quiero decir. Las fuentes de frustración para escritores nacen, casi siempre, del propio escritor. No esperes más que lo que tú puedas alcanzar por ti mismo, así no te verás defraudado. Nadie te quitará el derecho, el deber y el placer de escribir, que es de lo que estamos hablando.
¿Cuáles crees tú que son las principales fuentes de frustración para escritores? Dímelo en los comentarios.
Trato este y otros muchos temas relacionados con el oficio de escritor en mi libro El escritor, anatomía de un oficio, disponible en Amazon.
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