Caos y orden en la escritura >>
La escritura de un texto literario puede interpretarse en dos niveles, en dos dimensiones distintas. Una de ellas participa del caos y la otra del orden. Una es la creativa y la otra la organizadora.
La dimensión creativa es, debe ser, caótica, anárquica, libre de toda regla restrictiva o con pretensiones organizadoras. El hábitat natural de las ideas es la libertad, donde quiera que haya libertad las ideas fluyen, donde quiera que la haya se generan.
Cuando un escritor se encuentra en esa fase creativa le conviene aislarse de toda restricción, debe abstraerse de todas las normas conocidas, incluidas las morales, especialmente las morales. Un ejemplo bastará: si estamos proyectando un personaje del tipo «villano» solo la libertad nos concederá la capacidad de mostrar su personalidad en todo su potencial, en toda su profundidad, lejos de todo convencionalismo y corsé moral que «tire» del personaje hacia terrenos y conceptos que lo harían en más aceptable socialmente y, por tanto, no le beneficiarán en tanto que «villano».
Pero no solo por esto la fase creativa es y debe ser ante todo caótica, sino también por abrir la puerta a que la propia trama de lo que que estemos creando pueda discurrir por caminos no sujetos a un orden establecido. Y no hablo solo de la idea de plantear una trama «políticamente incorrecta», sino también y sobre todo de plantear tramas «físicamente incorrectas», valga la expresión. ¿De qué otro modo sino hubiera podido Kafka escribir La Metamorfosis, sino desde la inobservancia más absoluta y descarada de toda regla física o fisiológica?
Uno ha de ser libre para tramar la trama de forma que la narración pueda acoger ideas y desarrollos impensables por las vías socialmente establecidas y aceptadas.
En una segunda fase, y una vez que nuestro yo creativo ha generado ese punto de partida que es la idea, nuestro yo organizador toma los mandos y concreta la idea en una trama organizada y capaz de contener y transmitir lo más fielmente posible esa idea.
Se trata de dos fases incompatibles que, si no controlamos con mano de hierro, interferirán en nuestro trabajo y lo retrasarán por un tiempo indefinido en busca de una idea de perfección que nunca abandonará el terreno de lo subjetivo.
Si alguna vez, mietras escribes una escena, te ha pasado que algo en ti te obliga a retroceder para revisar cómo dijiste esto o aquello, probablemente te encuentres en una interferencia de tu yo creativo con tu yo organizador tratando de trabajar al mismo tiempo.
Para evitar estas situaciones, procura discernir a quien debes dar prioridad y a quien debes mandar a descansar. Si estas creando: crea; si estás organizando: organiza. La escritura se debe afrontar poniendo a nuestro yo creador y a nuestro yo organizador a trabajar, si no en mesas distintas, sí al menos en horarios distintos.
© Víctor J. Sanz
Ése es en camino, pero qué difícil es seguirlo. Gracias por recordárnoslo.
Gracias a ti por tu visita, Javier.
Saludos
Muy acertado, Víctor!
Aunque pienso que hay que ser creativo también para entramar la trama, pulir los bordes de esas piezas de puzle que son las ideas, y saber encajarlas para utilizarlas en el texto.
Como siempre, muy alentador e instructivo.
Un abrazote!
(Te debo un mail, o varios. No he encontrado momento. Sorry!)
Chris.
Hola, Chris:
Un honor tu visita.
Muchas gracias por tu comentario también.
No hay problema por los correos, sé que andas muy liado.
¡Saludos!
Qué gran verdad! Se mezclan a la hora de crear y organizar. Gracias por el aporte, disfruto mucho de cada consejo para mi escritura!
Un gran saludo,
Paola
Gracias por tu visita y por tu comentario, Paola.