¿Son fiables las opiniones de los lectores?
Cuando se habla de escritores, una de las primeras divisiones que viene a la cabeza es entre noveles y el resto, llámense estos como se quiera. Así, tenemos escritores noveles y escritores… veteranos.
Pero muy pocas veces, por no decir ninguna, se recurre a una división semejante para aplicar al colectivo de lectores. Es bien comprensible, ya que se da por sentado que se empieza a leer desde la infancia. Y luego, en algún momento indefinido y por circunstancias desconocidas, uno deja de ser lector novel. Y pasamos a ser otra cosa, lector experto, veterano o avanzado o como cada uno quiera llamarlo.
Bien, pues está visto que esto no siempre está tan claro. En la práctica, muchos lectores todavía no han dejado de ser noveles. Incluso son ellos mismos los primeros empeñados en demostrar tal condición.
¿Cómo!, pero ¿qué dices!, y ¡tú quién eres para…?, vale, vale. Dejadme que me explique.
¿Cuándo deja un lector de ser novel? ¿Acaso cuando respeta por igual al escritor y al resto de lectores? ¿Tal vez cuando, por fin, es consciente de que cuanto más lee más le queda por aprender? Esta es la cuestión que más luz puede arrojar sobre esa división entre lectores que nunca nadie hace, pero que a la vista de algunas cosas es cada vez más necesaria.
Decía que cada vez se hace más necesaria una división entre lectores noveles y el resto. Pero no una división que divida, sino una división que permita a terceros identificar la información objetiva de entre las opiniones subjetivas. Esas opiniones que, no pocas veces, tienen evidentes y exclusivos fines promocionales de productos de dudosa calidad, incluso de productos cuya calidad no genera ninguna duda, ya que son abierta y decididamente pésimos y deplorables.
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No es que haya que restringir las opiniones a nadie, todos somos libres de opinar, no faltaba más. Pero conviene tener presente que no todo opinador tiene por qué conocer lo básico sobre lo que opina. Y que, en ocasiones, esas reseñas llegan desde los lugares más alejados de la razón o el conocimiento de las estructuras literarias. No es lo mismo recomendar un libro diciendo: «A mí me ha gustado» o «Es bonito» (¿?), que decir: «Es una historia muy bien tejida con personajes sólidos y bien construidos que te harán sentir profundas emociones». Esta última opinión viste más, qué duda cabe, pero cuando viene de alguien que no conoce la base y el funcionamiento de las estructuras literarias, no pasa de ser un vestido de seda en una mona, o una baliza de señalización en el campo de tiro.
Es bien sabido que cuando alguien te recomienda un libro, en realidad es el libro quien recomienda al recomendador. De esta manera, cuando alguien te recomienda un libro que está mal escrito o cuyo contenido bloquea y satura el corrector ortográfico desde el primer párrafo, es la pésima factura del texto la que recomienda y califica al recomendador; y no lo califica entre los más recomendables, por decirlo de alguna manera. Esto, por no entrar en detalles sobre aspectos funcionales o estructurales de entraña y sustancia puramente literaria que el lector, sea novel o no, no está obligado a conocer, ni mucho menos a reconocer.
Entonces, cuando un lector novel recomienda una obra puede que nos equivoquemos menos si colocamos esa obra en la otra lista de lectura, en la de lo que no vamos a leer.
Amazon se llena de comentarios que intentan ensalzar obras que no merecen ni el espacio que ocupan. Clic para tuitear
Esto me parece especialmente grave cuando son algunos de los propios escritores quienes participan de este engaño a los lectores, recomendando obras de colegas que no alcanzan a merecer ni el calificativo de infumables, recomendándose con ello a sí mismos como pésimos recomendadores, y tal vez peores escritores. El lector es muy libre de pensar: «Si me recomienda esta mierda, cómo escribirá él mismo y qué no será capaz de pensar de sus propios textos». Estas recomendaciones son fruto de un acuerdo endogámico de caramelizaciones cruzadas entre unos y otros que solo tienen por objeto pavonearse ante los futuros e incautos lectores. Caso especialmente grave es el de aquellos individuos que, para sorpresa de algunos, recomiendan obras que ni siquiera han leído.
Las redes sociales y Amazon se infestan de comentarios y recomendaciones que intentan encumbrar obras que no merecen ni el espacio que ocupan en el disco duro.
Yo no voy a meterme a ensayar ninguna clasificación en el colectivo de lectores, pero sí puedo decir que he visto en los primeros puestos de ventas (en Amazon), obras que pugnan con encono por ser las peor escritas de la historia pasada, presente y futura; y apoyadas por opiniones de lectores seguramente noveles, que intentan simular profundos análisis de la técnica narrativa y de la construcción literaria, cuando no pasan de ser alabanzas de mercadillo debidas a un nexo de amistad que, como las telas de color gris, lo soporta todo o, peor aún, a un acuerdo no escrito de bananera loa recíproca.
No es fácil, pero una vez entrenado el ojo para distinguir cuándo un lector novel intenta influir en tu próxima lectura, solo tienes que cambiar de acera. Eso te pondrá en el camino de encontrar lecturas verdaderamente recomendables. Es un trabajo de eliminación que todos les debemos a estos lectores noveles y, con mayor motivo y justicia, a aquellos cuyas obras realmente lo merecen.
Me gusta esa claridad y la conclusión que mi cabecita saturada saca de tu texto: no todo vale para vender, la «democratización del marketing» ha convertido determinados lugares de la red en pesados e impenetrables. Más sinceridad, siempre.
Hola, Víctor. Muchas gracias por la visita y por el comentario.
Me quedo con esa idea de «más sinceridad siempre», creo que hay que tenerla a mano para sacarla en más de una conversación y ante más de una promoción de obras que solo alcanzan a pretender serlo.
Gracias por este texto, está buenísimo.
Solo por esta frase merece más que varios me gusta, merece un elogio.
«No es que haya que restringir las opiniones a nadie, todos somos libres de opinar, pero siempre es bueno tener presente que no todo el que opina tiene por qué conocer lo básico sobre lo que está opinando»
Hola, Alejandro:
Muchas gracias por la visita y el comentario.
Sí, ciertamente se ven por ahí, en Amazon, por ejemplo, opiniones de lectores que etiquetan la obra como la más sublime de la literatura universal y, sin embargo, no pasa de ser la más sublime del edificio de vecinos donde vive el autor; y eso por ser generosos.
En fin…, hay que saber muy bien el peso que tiene cada opinión.
Saludos
Hola Víctor, yo creo que la mejor recomendación es la que va de boca en boca y de voz en voz.
Un saludo.
Hola, Daniel:
Muchas gracias por comentar.
Justmanete, ese tipo de recomendación no está sujeta a trucos ni falacias, cada cual sabe lo que sabe y, de palabra, no puede engañar a su interlocutor con frases tomadas de otros que, además no suele saber aplicar. De palabra es distinto, la crítica y la crónica suelen ser mucho más fiables.
Saludos.