¿ Qué haces tú para mejorar como escritor ? ►

En muy pocas ocasiones reflexionamos acerca de si realmente sabemos hacer lo que creemos y decimos que sabemos hacer. La verdad es que hay que contar con cierto grado de valentía para ponerse a la faena, porque quizás se llegue a conclusiones pelopúnticas que algunos preferirían seguir desconociendo o negando. Y es que muy pocos admiten abierta y frontalmente que pueden mejorar, menos aún que necesitan mejorar.

Sea cual sea esa tarea que creemos dominar, cualquier análisis crítico que decidamos abordar solo puede depararnos la alegría de saber que podemos seguir mejorando.

Hace poco, en la página de la Escuela de Formación de Escritores, publicamos las conclusiones de una Mesa Redonda Virtual que hemos formado todos los tutores. El asunto en esa ocasión fue precisamente una aproximación al momento en que uno deja de aprender. Se publicó bajo el título de ¿Cuándo crees que se acaba de aprender a escribir?

La reacción de la mayoría de los lectores fue la esperada: nunca, NUNCA, incluso alguno dijo ¡¡¡NUNCA, POR SUPUESTO!!!

Nos quedó claro que, efectivamente, todo el mundo cree que nunca se puede acabar de aprender a escribir, que siempre se puede mejorar. Pero la contundencia de esta respuesta se dispersa en mil filamentos y algún que otro silbido de disimulo cuando surge la pregunta más lógica que podía seguir a esa: ¿cómo?, ¿cómo se puede seguir aprendiendo?, ¿qué hace cada uno para mejorar como escritor?

Se repiten, eso sí, en un esquema casi invariable, la lectura, insaciable y variada; y la escritura, en incansable búsqueda del estilo propio donde quiera que esté; pero pocos, por no decir casi nadie, consideran la posibilidad de que sea otro quien les enseñe. ¿Otro?, dicen, ¿¡a mí!?, ¿qué me va a enseñar otro a mí?

Los talleres de escritura son mucho más eficaces de lo que desde fuera se puede apreciar. En especial porque, si son buenos, no te enseñan cómo escribir a través de un solo método igual para todos los alumnos, sino que te enseñan cómo podrías tú escribir mejor, con tus circunstancias, tu experiencia, tu bagaje, tus defectos y tus virtudes.

Es comprensible cierta reticencia a que ese otro te vea en cueros en tu escritura, pero hasta los reyes y los papas se desnudan ante su médico. Si ese otro es un buen profesional, la mejora en el aprendizaje de la escritura y, lo que es más importante, en el conocimiento del yo escritor, es realmente notable.

Y tú, ¿hasta dónde estás dispuesto a reconocer que puedes mejorar como escritor y que otro puede ayudarte a conseguirlo como tú solo nunca podrás?