Los personajes de una novela no salen de ella igual que entran, no deben. Si nos imaginamos una novela como una ventana espacio-temporal a través de la cual observamos qué ocurre, qué hacen, qué dicen, o cómo se interrelacionan los personajes, estos ya traen un bagaje (deben) cuando entran en nuestro campo visual de la ventana imaginaria por la que les observamos. Mientras la atraviesan de parte a parte, si es que consiguen hacerlo con vida, hacen o dejan de hacer cosas y les ocurren o les dejan de ocurrir cosas que los cambian, que los transforman, pues por ello tiene interés el asomarse a esa ventana imaginaria.
Dice Saramago: «Hay personajes de novela que están más vivos que algunos que andan por ahí… que están aquí, vivos, entre nosotros.»
Esa condición vital del personaje que señala Saramago es el poso, la esencia que queda de esa observación a través de la ventana espacio-temporal que nos brinda la oportunidad de conocer y amar u odiar a los personajes de una novela.
La evolución del personaje en la novela debe constatarse al finalizar la obra. Si no se ha operado un cambio significativo en él, la obra no funcionará.
Ese bagaje inicial del personaje se ve enriquecido, siempre enriquecido pues toda experiencia, hasta la más desastrosa o hasta la que comporte mayor pérdida, es enriquecedora; enriquece con cuanto le acontece durante su paseo por nuestra ventana imaginaria. Esa transformación, siempre a más, aunque acabe de la forma más dañina y desastrosa posible, es la que un escritor debe utilizar como herramienta para hacer de un personaje, un gran personaje y de un gran personaje, un personaje inolvidable.
La medida de esta transformación es también, de alguna manera, la medida del peso y la calidad de la novela. Sin una profunda transformación del personaje es casi seguro no habrá éxito, pero cuidado, que lo haya tampoco es sinónimo de éxito. A esa profunda transformación de nuestro personaje habrán de acompañarle otros ingredientes que hemos tratado anteriormente.
Magnífico, Víctor, no sólo por lo que dices sino cómo lo dices. Tus artículos son magistrales lecciones expuestas con claridad y sencillez que yo imprimo y recopilo, con tu permiso, porque todavía estoy en edad de aprender. He cumplido los 82.
Un saludo.
Sí, es un ejercicio realmente fascinante. Una metamorfosis que el lector espera siempre. Saludos y gracias.
Mª Pilar, me conmueve y me sirve de ejemplo tu lucha por seguir aprendiendo a tu edad. Cuando sea joven quiero ser como tú.
Un beso y muchas gracias por tu visita y tus valoraciones.
Hola Josefa. Así es, así debe ser y el escritor debe saberlo.
Muchas gracias por tu visita y tus comentarios.
Gracias maestro siempre sus enseñanzas son de gran ayuda y me motivan a seguir aprendiendo.
lo respeto y aprecio mucho lo que hace por un principiante como yo.
Hola, Carlos:
Muchas gracias por participar y por tus palabras.
Saludos cordiales.