Formas de presentar los personajes de tu novela: Lo que piensa >>
Continuamos con la serie de artículos dedicados a las distintas formas que tiene un escritor de presentar a sus personajes ante sus lectores. Hoy trataremos la presentación del personaje por lo que piensa.
En la novela es ciertamente asequible recurrir al pensamiento del personaje que queremos presentar, siempre, claro está, que lo hagamos desde un narrador omnisciente o desde un narrador en primera persona y que esta sea el propio personaje.
Las líneas de pensamiento del personaje, al igual que ocurre con sus diálogos, determinarán la imagen que de él se vaya formando el lector. Pero a diferencia de los diálogos, la expresión escrita de sus pensamientos nos permite manejar con mayor flexibilidad aquello que acontece en el relato, pero sobre todo, nos permite manejar con mayor flexibilidad las expresión de las relaciones del personaje con los demás pesonajes. Dejar entrar al lector en la mente de nuestro personaje mediante esta expresión de sus pensamientos, lo desnuda frente a él, pero también establece con él lazos muy íntimos que pueden convertirse en sólidos puentes de complicidad en los momentos más delicados del relato.
Mostrar el pensamiento de un personaje es posicionarlo frente al lector, pero también es enviar un sutil mensaje al lector buscando empatizar con esa parte de él que piensa de un modo similar al personaje.
Sin descuidar la debida coherencia que contribuirá a la construcción de un personajes sólido, la exploración y exposición de sus pensamiento nos permite realizar eventuales incursiones en terrenos tan poco estables como el de las hipótesis, el de las elucubraciones, el de las fantasías y, en realidad, el de cualquier otra forma de divergencia de la realidad en la que vive el personaje. A su vez, cualquiera de esas incursiones en terrenos tan resbaladizos pueden formar un conjunto descriptivo de nuestro personaje extremadamente potente, por lo que es recomendable no transitar durante demasiado tiempo por esos caminos, no más al menos de lo que lo hacemos las personas reales, de modo que en dichas incursiones podamos encontrar unos cuantos adeptos más para nuestro personaje entre los lectores.
Muy propio de la técnica de mostrar el pensamiento de nuestro personaje es establecer un juego por diferencias con respecto de su propio diálogo. Todas aquellas divergencias -pequeñas o grandes- que podamos establecer entre los diálogos y los pensamientos del mismo personaje, no serán sino apuestas ganadoras, cuya recompensa será una cosecha de simpatías y filias en el lector, incluso aquellas que este se negaría a reconocer en público, siendo esas precisamente las de mayor valor y firmeza.
© Víctor J. Sanz
Buenas, Víctor,
Tengo una duda en cuanto al formato de estos pensamientos pues los he visto escritos de diferentes formas: entre comillas, cursiva, entre guiones… y quería que me sacaras de dudas ¿Cuál es el formato más correcto?
Una entrada interesante, como ya nos tienes acostumbrados. Abrazo
Hola, Carme:
Muchas gracias por la visita y por tus palabras.
Ciertamente no existe una norma única y universal que aplicar al texto al que te refieres.
En primer lugar porque depende del contexto y de la posición de esos pensamientos del personaje con respecto por ejemplo, del narrador. Si la narración es en primera persona, los pensamientos pueden formar parte del texto narrativo sin mayor problema. Si la narración es en tercera persona y por medio de un narrador omnisciente, los pensamientos del personaje pueden aparecer en una acotación a un diálogo o como parte del texto narrativo insertados a su vez como acotación de un diálogo indirecto, en cuyo caso seguirán también lo indicado para las acotaciones de los diálogos normales; o pueden ser insertados por el narrador como parte de un texto más extenso y asilado, referido en su totalidad al pensamiento del personaje, en cuyo caso, el marco que debe determinar su apariencia y tipografía es mayor, por ejemplo el capítulo. Imagina, por ejemplo, todo un capítulo de texto narrativo en el que el narrador hace un inciso en el que consigna un pensamiento del personaje y necesita para ello un párrafo largo. Dependerá de si el tono general de la obra hace que la referencia a un pensamiento del personaje sea algo extraordinario o no. Si el hecho de que el narrador se refiera al pensamiento del personaje es algo sumamente extraordinario en el contexto general de la obra, convendría advertirlo así al lector, por ejemplo, manteniendo la tipografía estándar utilizada, pero añadiendo un par de espacios extra antes y después del inciso referido al pensamiento. Por el contrario, si en el tono general de la obra no es un hecho realmente significativo que el narrador se refiera a los pensamientos del personaje, no considero necesario variar en nada la tipografía del pasaje que le dedique, ni enmarcarlo entre comillas o guiones.
Espero que te resulte útil.
Saludos