Un escritor se puede definir de muchas maneras, por lo que escribe, por cómo lo hace, por lo que lee, por cómo lo imita, por lo que dice, por de quién lo dice, por cómo lo dice…, pero si hay algo que define a un escritor de una forma completa y a la vez sencilla esa es la expresión «creador de mundos». Pero ¿qué es exactamente un creador de mundos?

Un creador de mundos es alguien capaz de encontrar aspectos desconocidos en mundos sobradamente conocidos por todos. Un creador de mundos es alguien capaz de poner el foco en lo más insignificante de entre lo más destacado y darle significado, relevancia vida propia. Un creador de mundos es alguien capaz de crear y animar un mundo de forma que resulte autónomo e independiente de otros mundos. Habitado por personajes con vidas propias, autónomas e independientes de las personas reales, pero a su vez interdependientes entre sí. 

El mundo del creador de mundosPero los mundos creados por este creador de mundos solo son independientes del mundo real hasta cierto punto, pues si todo lo que existe sobre la tierra un día desapareciera, los mundos creados a su imagen y semejanza, pues de eso se trata, perderían también todo su sentido, no serían imitación o corrección de nada. Perdida toda referencia, perdida el ánima, esos mundos serían estériles.

El creador de mundos es un imitador del mundo ya creado. Lo analiza, lo interpreta, lo corrige y lo expone desde su prisma, sometiéndolo al análisis, interpretación, y juicio por parte del lector.

El creador de mundos vive en su propio mundo, no aislado, no ajeno a cuanto acontece a su alrededor. Antes al contrario, el creador de mundos está mucho más en contacto con el mundo de lo que cabría pensar por sus costumbres, por sus manías, por sus largas horas de soledad y de trabajo. El creador de mundos está constantemente recreando el mundo que lo rodea, reorganizándolo, corrigiéndolo, exponiéndolo y volviendo a corregirlo.

El creador de mundos tiene un difícil reto en cada mundo que crea, o bien imita fielmente otros mundos creados por otros creadores de mundos, o bien crea un mundo completamente nuevo, esto es, una imitación completamente nueva del viejo mundo en que vivimos. Sujeto a corsés de otros mundos ya creados no ha de albergar esperanzas el creador de mundos de hallar nada nuevo que mostrar a los lectores. Decía D.H. Lawrence que «Un libro que no sea copia de otros libros tiene su construcción propia. Las diferencias con otros libros no son faltas, sino características de ese libro.» En todo mundo creado por cada creador han de encontrarse, por tanto, cosas ignotas, visiones de las regiones más remotas de la mente del creador de mundos. De lo contrario estaremos ante un mundo que nació vacío de toda vida posible.

Dijo Flaubert mientras escribía Madame Bovary: «Es algo delicioso, cuando se escribe, no ser uno mismo, sino circular por toda la creación a la que se alude. Hoy, por ejemplo, hombre y mujer juntos, amante y querida a la vez, me he paseado a caballo por un bosque, en un mediodía de otoño bajo las hojas amarillentas; yo era los caballos, las hojas, el viento, las palabras que se decían y el sol rojo que hacía entrecerrar sus párpados, ahogados de amor.»

Si el creador de mundos ha creado correctamente el mundo, su sello se desvanecerá, su firma difuminará en beneficio de la textura de la historia, de lo vívido del propio mundo creado, donde residirá por siempre su creador, de forma sutil, invisible e intangible, pero omnipresente, omnímodo e omnisciente; quintaesencia en cada rincón del mundo creado.