5 consejos

para sacar el máximo de tu tiempo de escritura

Establece una rutina

Conseguir el máximo de tu escrituraPor lo que dicen los expertos, son necesarios 21 días para establecer, modificar o romper un hábito. No sé cómo de bien o mal diseñados están son los estudios en los que se suele basar esta afirmación, pero en lo que a mí respecta es totalmente cierta.
Cada vez que he adquirido un buen hábito escritor y me he tomado unas vacaciones (cosa más que normal cuando uno está escribiendo un trabajo largo como puede ser una novela) luego me ha costado horrores volver a adquirir el hábito de escribir con una mínima regularidad.
Por eso lo mejor es dedicar un rato diario a escribir, como ya indicábamos en la entrada dedicada a cómo vencer la siempre tentadora procrastinación.
No es necesario escribir demasiadas palabras cada día y no es necesario hacerlo siempre a la misma hora, pero sí es necesario hacerlo todos los días.
Yo por ejemplo me rijo por unos “eventos” que, a pesar de que no sucedan todos los días a la misma hora, sí que me dan una sensación de estabilidad (por si alguien tiene curiosidad, suelo escribir desde que se acuesta mi hija hasta la hora de preparar la cena). Pero el establecer una rutina hace que la maquinaria literaria se mantenga bien engrasada y, sobre todo, siga funcionando también durante todo el tiempo que pasamos lejos del ordenador o del cuaderno.
Así, cuando llegue la hora indicada y nos volvamos a sentar a escribir, las palabras brotarán de un modo más fluido y más dirigido que si lleváramos días sin abrir el grifo de nuestra creatividad.

Planifica tu objetivo

Es difícil que aprovechemos nuestro tiempo al máximo si no sabemos qué es lo que queremos sacar de cada una de nuestras sesiones de escritura.
Por eso es muy importante hacer un pequeño esquema inicial en el que anotemos qué sensaciones queremos transmitir en la escena en la que estamos a punto de ponernos a trabajar, cómo cambiarán nuestros personajes a lo largo de esa escena y, en caso de que sea necesario, qué información no podemos olvidarnos de incluir para que la escena encaje lo mejor posible con el resto del manuscrito.
El objetivo de esta planificación es doble: por una parte conseguiremos escribir más palabras en el mismo tiempo al no tener que pararnos a pensar cada dos por tres cómo podríamos seguir ahora, y por otra (si todo va bien) lograremos que eso que hemos escrito necesite menos correcciones que si lo hubiéramos escrito más a la ligera.

Apaga Internet

Internet es un lugar maravilloso que nos permite tener acceso a recursos de los que no hubiéramos podido disfrutar de otro modo… pero también es una gran fuente de distracciones.
Por eso, como ya nos recomendaba Jonathan Franzen hace algún tiempo, lo mejor que podemos hacer es desconectarnos de la red para escribir. Y no me refiero sólo a desconectarnos del correo electrónico y de las redes sociales como Twitter o Facebook, sino que también de los diccionarios en línea, los buscadores de sinónimos, las enciclopedias electrónicas, etc..
Ya tendremos tiempo de corregir todos los datos incorrectos y todas las palabras con las que no estamos del todo contentos una vez terminada la primera versión del manuscrito.
En definitiva, mi consejo es que…

No te detengas

Volviendo sobre la analogía que hemos utilizado más arriba, la escritura es como una gran tubería por la que fluyen las palabras hasta que se vuelcan sobre el papel. Todo irá bien mientras esas palabras no dejen de fluir. Pero, si cerramos el grifo que hace que fluyan, tendremos que estar preparados para hacer frente al hecho de que nos cueste volver a coger ritmo otra vez.
A veces es difícil dar forma a una frase por mucho que uno sepa lo que quiere decir. Y a veces a uno le gustaría saber cuál es el metal más duro, el río más caudaloso o la galaxia más lejana para utilizar esos datos en su novela. Pero más vale dar esa frase por válida al cuarto o quinto intento y poner una marca bien visible en el lugar en el que necesitemos esa información que nos falta, antes de estropear una buena hora de trabajo.
A todo esto, la respuesta a las preguntas de arriba es el cromo, el río Amazonas y, a día de hoy, la galaxia IOK-1

Ignora a tu editor interior

¿Conoces a tu editor interno? Es esa voz interior que te dice que no sirves como escritor, que los tres párrafos que llevas escritos hoy no son más que basura y que, si algún día llegas a terminar tu manuscrito, jamás lograrás publicarlo por mucho que lo corrijas.
Se hace querer, ¿verdad?
Pues ahora yo te voy a pedir que ignores todo lo que te dice esa voz… pero sólo durante el tiempo que estés escribiendo, porque sus amables aportaciones te serán muy valiosas en la fase de corrección.
Ernest Hemingway dijo que “el primer borrador de cualquier cosa es una mierda”. Y creo que él sabía mucho más sobre el arte de escribir que cualquiera de los aquí presentes.
La función del primer borrador no es la de dar como resultado una novela ya terminada, sino la de ayudar al autor a encontrar la historia que quiere contar.
Una vez no tengamos que preocuparnos ya por la historia que queremos contar, pasaremos a preocuparnos de las palabras con las que la hemos contado en ese primer manuscrito y cambiaremos todo lo necesario: añadiremos y eliminaremos frases, párrafos, escenas, cambiaremos de sitio secuencias completas, etc.
Ahora que sabemos qué es lo que hemos querido contar desde un principio, nos será mucho más fácil la labor de corrección.

Fuente: 5 consejos para sacar el máximo de tu tiempo de escritura
Como escribir un libro